Octavius: el barco fantasma perdido durante 14 años
Las historias de navegación siempre llevan implícito un alto grado de misterio y leyenda que a menudo se mezcla con la realidad histórica del momento. Muchas de estas historias son verídicas, pero la mayoría viajan entre la leyenda y las versiones sesgadas que se han ido transmitiendo a lo largo de los años. Uno de estos casos de estudio fue lo ocurrido con la goleta Octavius, a la que se puedo ver, después de 14 años perdida, navegando sin rumbo en el Ártico en 1775. Se convirtió en un barco fantasma.
El paso del Ártico
La navegación siempre ha tratado de buscar nuevas rutas o rutas alternativas para muchas misiones de la antigüedad. Una de estas rutas más codiciadas siempre ha estado en el paso por el océano Ártico por donde sería posible conectar el Atlántico y el Pacífico bordeando la ruta por el norte.
Lo temido de esta ruta siempre ha sido sus condiciones meteorológicas ya que, cruzar el estrecho de Lancaster en invierno se tornaba, a menudo, en desastre, tal y como ocurrió con navíos de gran calado como el Erebus y el Terror. Estas dos naves quedaron atrapadas en el estrecho al cruzarlo en invierno en 1845. Pasaron muchos años, hasta que en el año 2016 fueron localizadas.
Algo parecido pudo ocurrirle al Octavius un siglo antes, para muchos, una historia real, tal y como ocurrió con muchos navíos de la época, aunque posiblemente una leyenda más de los mares inspirada en el hundimiento de muchos barcos cuando trataban de atravesar el paso del Noroeste.
La historia del Octavius
Se cuenta que el barco Octavius partió desde el puerto de Londres en 1761 con rumbo al Lejano Oriente para buscar fortuna y piedras preciosas. Un año después, el Octavius ya ondeaba sus banderas en el destino. Ahora tocaba coger las ganancias y volver a puerto.
Al mando del barco estaba un tal capitán Hendrick van der Heul, que buscó su destino en China. Cuando todo estaba listo para la vuelta, los navegantes que componían el Octavius, cargaron de nuevo el barco y volvieron a Gran Bretaña. El barco jamás llegó a su puerto de regreso, y nunca volvió a verse por el mar.
14 años después
El 11 de octubre de 1775, un ballenero de Groenlandia se encontraba navegando las frías aguas de la zona cuando el vigía aviso de un avistamiento. Se trataba de un barco en el frente. A unos diez kilómetros de distancia, se veían los mástiles de un gran barco que sobresalían por encima del hielo y que no se movía.
Conforme el Heradl se acercaba hasta el barco descubierto, los trabajadores del ballenero se dieron cuenta que el barco se encontraba tras un iceberg, descubriendo que se trataba de una goleta de tres mástiles, algo realmente fuera de lo común por aquellas aguas.
Más cerca todavía comenzaron a ver que el barco se encontraba totalmente destrozado y no encontraron señales de vida por cubierta. A pesar de los llamamientos desde el ballenero, el silencio era lo único que reinaba dentro de Octavius, que 14 años después de su partida desde China, volvía ser divisado por una persona.
Los miembros de este ballenero consiguieron llegar hasta el barco fantasma, eran expertos navegadores por lo que no supuso mucho entrar en el Octavius para ellos. El silencio hacía presagiar malas noticias para los tripulantes del Herald que, efectivamente, encontraron a la tripulación de la goleta.
28 personas estaban muertas bajo cubierta por congelación, inmóviles, pero perfectamente conservados. En este paseo por la goleta, los miembros del Herald comprobaron que se trataba de un barco de nombre Octavius, y que la vida en él se había apagado desde hacía tiempo.
La última vez del Octavius
La tripulación del Herald decidió marcharse del barco ante las imágenes grotescas que habían presenciado en el Octavius. Antes, según cuenta la leyenda, habían encontrado el cadáver del capitán Hendrick sentado frente a la mesa del camarote, congelado, con la pluma en la mano con el cuaderno de bitácora abierto.
Los miembros del ballenero se llevaron el cuaderno de bitácora al abandonar el barco, al que jamás se le volvió a ver. Para muchos fue arrastrado por el hielo hasta hundirse para siempre con la tripulación dentro.
Una vez ya en el Herald, el cuaderno de bitácora llamó la atención al capitán, puesto que faltaban todas la hojas del diario de a bordo, salvo la primera y la última. En la primera se relataba la fecha de partida de la nave -11 de septiembre de 1761- con dirección a China; en la última hoja, con fecha del 11 de noviembre de 1762, relataba el sentir del capitán después de 17 días en el hielo, la posición en la que se encontraban y el final próximo que veían después de que ya llevaran 24 horas sin poder encender un nuevo fuego.
Además, el capitán relataba que esa misma mañana, el hijo del maestre y su esposa habían muerto y que se preparaban para el fatal desenlace.